EL RITO DE LA COMIDA FAMILIAR

Comer en familia es un momento mágico, especial; es el momento del día donde las cuestiones laborales y escolares quedan de lado para dar paso a la convivencia del núcleo social más básico. Antes de la comida se trabaja en equipo para traer a la mesa todos los enseres requeridos para la comida, se colocan los utensilios en sus posiciones y cada quien ocupa el lugar previamente asignado para la ingesta de los sagrados alimentos.


 

Durante un breve lapso reina el silencio vocal, mientras el ruido del tenedor y el cuchillo al hacer contacto con la superficie del plato es la melodía que acompaña tan solemne momento. Finalmente viene la sobremesa, la hora del postre para muchas familias, en ese instante se habla someramente sobre las actividades realizadas en el día y se establecen importantes vínculos de confianza entre los miembros de la familia. Al terminar el ritual, los integrantes se marchan del punto de reunión retirando los trastes sucios y se incorporan nuevamente a su tren de vida.


Evocar estos momentos quizá traiga una sonrisa nostálgica a más de uno, sin embargo los nuevos modelos de trabajo, la apatía de los infantes de compartir un momento familiar sacrificando el uso del televisor y de dispositivos electrónicos, y la prisa con la que se vive hoy en día; han logrado que poco a poco este rito fundamental quede solamente como anécdota y no como una práctica tradicional actual.

Generalmente el primero en desvincularse es el padre de familia, ya que los horarios de trabajo, el tráfico camino al hogar y la necesidad de ser más productivo le complica participar en la hora familiar de la comida. El desapego paternal inmediatamente hace eco en las madres de familia, que también apresuradas por la vida actual, deciden apurar el momento de la ingesta de alimentos para poder cumplir otros compromisos como llevar a los hijos a actividades extracurriculares o simplemente tener un momento de descanso de las labores que ellas también desempeñan como profesionistas.

Otro de los grandes enemigos de la reunión familiar es el mercado de la comida rápida, el cual reemplaza la nutritiva comida casera por elementos de sabor atractivo, pero con menor cantidad de nutrientes y alto contenido de grasa. Además, su presentación y características invita a la rápida ingesta (generalmente no se requiere ni cubiertos ni plato para su consumo) y limita o elimina los tiempos de Comensalidad (compartir el espacio de comida con otras personas).


 

¿Cuál es la importancia de este rito en la formación de todos los individuos que componen una familia tradicional?

De acuerdo a un estudio publicado por el Centro Nacional sobre Adicciones y Drogas de la Universidad de California, existe una correlación positiva entre los jóvenes que practican conductas autodestructivas (consumo de drogas, alcoholismo, tabaquismo) y aquellos que no dedican tiempo para espacios de convivencia familiar, como la hora de comida. Inclusive esta relación es más significativa que la que se presenta con otro tipo de actividades como asistencia a iglesia o desempeño académico.

Otro estudio similar llevado a cabo en la Universidad de Minnesota encuentra que comer en familia tiene relación con la disminución de casos de depresión y suicidios, además concluye que los jóvenes que no disfrutan de este espacio familiar tienden a presentar dificultad para relacionarse con otras personas en ámbitos tan importantes como el profesional y el sentimental.

Una gran estrategia para impulsar la prevención del delito y fortalecer el tejido social es recuperar este tipo de prácticas. Es complicado en los modelos actuales de producción y en un esquema de vida donde la prisa siempre es la presión constante, pero si se analizan las consecuencias de su abandono y ponemos ambas cosas en una balanza, quizá se tomen decisiones enfocadas a la protección de ritos y tradiciones familiares.


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